
¿Qué son los Sesgos Cognitivos?
¿Qué son los Sesgos Cognitivos?
Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalismo, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí. Puesto que los sesgos que nos acechan son imposibles de eliminar, la manera más eficaz de minimizar sus efectos es por medio de la autocrítica. En este sentido, lo más importante es recordar el principio postulado por Richard Feynman:
«El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y tú eres la persona más fácil de engañar»

Biotecnólogo, empresario

Los sesgos sociales se denominan generalmente sesgos atribucionales y afectan a nuestras interacciones sociales de cada día, también están presentes en la probabilidad y toma de decisiones: se denominan también ‘prejuicios cognitivos‘. Ante un estado de confusión, es importante precisar y destacar los mecanismos netamente cognitivos de los intelectivos ya que estos últimos corresponden en la intuición a sesgos preceptivos conocidos comúnmente como falacias.
La existencia de sesgos cognitivos parece ser un rasgo adaptativo surgido durante la evolución humana, que ayudaría a tomar decisiones rápidas ante ciertos estímulos potencialmente dañinos, en situaciones en las que una respuesta inmediata puede ser más valiosa para la supervivencia que un análisis detallado. Esta inmediatez puede conducir a tomar decisiones erróneas, a veces con consecuencias graves.
Entendemos por prejuicio el tomar decisiones sin tener una experiencia propia, un hecho que evolutivamente parece estar extendido. Es un juicio de valor apriorístico, previo al proceso racional y a la sopesación de datos y argumentos. En el español de uso corriente la expresión «prejuicio cognitivo» se acerca más al significado de las palabras «tendencia», «sesgo» o «predisposición», es decir, ligado más a la parte inconsciente, irracional, emocional… Lo que en ciencia es reprensible es el acto de evitar comprobar el prejuicio o solución, desde una postura científica, el situarse en una postura cerrada y fija y aislarse dando por ciertos los datos imaginados. Al no disponer de información contrastada, sino sólo disponer de los sesgos y probabilidades (procedentes de los valores adquiridos) o tópicos inciertos (procedentes de vagas referencias de otros) reduce, en definitiva, las posibilidades de usar la lógica para tomar decisiones correctas o para alcanzar la verdad.
El cerebro y en general la evolución premia la supervivencia a corto plazo en lugar de una estrategia a largo plazo de búsqueda de la verdad.
Todo aquel que se dedique a la investigación, ya sea con fines científicos, periodísticos o simplemente por afición personal a determinados temas o asuntos, debe tenerlos en cuenta para no caer en ellos y hacer un continuo autodiagnóstico para corregirlos. Puesto que los sesgos que nos acechan son imposibles de eliminar, la manera más eficaz de minimizar sus efectos es por medio de la autocrítica. En este sentido, lo más importante es recordar el principio postulado por Richard Feynman:
«El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y tú eres la persona más fácil de engañar»
En 2016 la revista Nature publicó un artículo advirtiendo de una crisis de reproducibilidad en la ciencia. En su encuesta, realizada a 1576 investigadores de diversas áreas, un 90% de los científicos declaraban que la ciencia actual adolece de problemas de reproducibilidad. Lo más sorprendente es que la primera razón de todas era la elaboración de informes selectivos o sesgados por parte de los científicos. ¿Cómo es posible? La ciencia es una actividad humana y como tal hereda indefectiblemente nuestros propios defectos. Esto ocurre así pese a nuestros esfuerzos por seguir un método científico, debido a que el verdadero mecanismo de la ciencia es mucho más complejo de lo que se admite generalmente. En la búsqueda de la verdad los científicos olvidamos a menudo un importante hecho sobre nuestras mentes: que no sólo podemos estar ciegos ante lo obvio, sino también a nuestra propia ceguera.
Los seres humanos (y no olvidemos que los científicos lo somos) tenemos muchos sesgos, y en la actualidad hay al menos 154 catalogados, los cuales responden a nuestra necesidad de interpretar información y tomar decisiones rápidamente, aun cuando esa información sea excesiva o insuficiente. Los sesgos afectan a capacidades especialmente críticas en el mundo científico: la habilidad para decidir correctamente, para hacer estimaciones justas, para hacer juicios de valor objetivos, para atribuir relaciones causales o para establecer hipótesis.
El origen de muchos de estos efectos psicológicos reside en lo que se conoce como ‘estructura de los dos sistemas‘. Se sabe que nuestro cerebro dispone de un sistema rápido de decisión, que es inconsciente, asociativo y automático, y que usamos el 95% del tiempo. Afortunadamente también disponemos de otro sistema, uno lento y racional, que requiere esfuerzo y que usa la lógica. Puesto que este sistema es más costoso lo usamos raras veces: un 5% del tiempo aproximadamente. Los sesgos pueden operar de múltiples maneras y a distintas escalas. En particular, muchos sesgos pueden trabajar de manera simultánea, e incluso conjuntamente, pero también pueden operar en sentidos opuestos. Por ejemplo, el sesgo de confirmación tiende a rechazar ideas (que no encajan con nuestra manera de pensar), mientras que el sesgo de ilusión de la validez tiende a aceptar ideas (que no están suficientemente probadas).
En la población general los sesgos y prejuicios están ampliamente instalados
En el ámbito científico, hay preocupación por estos sesgos y prejuicios, se han estudiado y catalogado, se propician métodos y estrategias que puedan minimizarlos, se fomenta la autocrítica, la duda y la comprobación por pares. En la población general los sesgos y prejuicios están ampliamente instalados, sin apenas herramientas cognitivas o sociales con las que combatirlos, incluso fomentados por las clases dominantes porque el conocimiento de esos sesgos permite la manipulación: crear estados de opinión ad hoc, propiciar miedos y aversiones, asentar ideologías, ocultar eventos y acciones, modificar conductas sociales, alimentar políticas comerciales y hábitos de consumo, etc. Y cuando esos sesgos se extreman en torno a unas pocas ideas se convierten en fundamentalismo, fanatismo, pseudociencias, negacionismo, teorías de conspiración, etc.
Nada da más miedo que las personas que tienen sus ideas ‘demasiado claras’.

Principales
Sesgos Cognitivos
< Ver más >